Piensa Conmigo
Inteligencia emocional: cuando el alma piensa y el espíritu siente
Federico tenía 9 años cuando escuchó por primera vez que “Dios es Padre”.
Lo creyó. Pero también recordaba que su padre gritaba, se iba, volvía, y a veces no lo miraba. Años después, Federico se convirtió en líder, en esposo, en padre… pero cada vez que alguien le decía “confía en Dios”, algo dentro suyo se cerraba. No era falta de fe. Era falta de inteligencia emocional. La inteligencia emocional no es solo saber qué sentimos. Es reconocer cómo nuestras emociones moldean nuestras creencias, nuestras decisiones y nuestra imagen de Dios. Es el puente entre el alma herida y el espíritu que quiere sanar.
¿Qué dice la ciencia?
Daniel Goleman, pionero en el estudio de la inteligencia emocional, demostró que el éxito personal y profesional depende más de la capacidad de gestionar emociones que del coeficiente intelectual.
La neurociencia lo confirma: el sistema límbico (emocional) influye directamente en la corteza prefrontal (racional). En otras palabras: sentimos antes de pensar. Y muchas veces, creemos según lo que sentimos.
¿Y qué dice la fe? La Biblia está llena de inteligencia emocional. Jesús lloró, se retiró a orar, se enojó con justicia, abrazó con ternura. David escribió salmos que hoy serían considerados ejercicios de regulación emocional. Pablo enseñó a “renovar la mente” y “llevar cautivo todo pensamiento”. La fe no niega la emoción. La redime.
¿Por qué importa?
Porque muchos creyentes oran con culpa, lideran con miedo, aman con heridas. Porque sin inteligencia emocional, la fe se vuelve rígida, y la espiritualidad se desconecta del cuerpo. Porque no podemos sanar lo que no sabemos nombrar.
¿Qué propone la Clínica del Alma?
Un espacio donde la emoción no se reprime, se escucha. Donde la fe no se impone, se reconfigura. Donde la ciencia no compite con Dios, lo revela. Aquí enseñamos a reconocer lo que sentís, entender de dónde viene, y decidir quién querés ser.
Porque la verdadera madurez espiritual empieza cuando el alma deja de huir y empieza a hablar.